lunes, 12 de agosto de 2013

EL ARTE GOTICO

ARTE GÓTICO


"Gótico" es un término peyorativo empleado desde el Renacimiento por el historiador italiano Giorgio Vasari, para caracterizar el arte medieval situado desde el fin del Imperio Romano de Occidente y el propio Renacimiento.
Según esta denominación, el arte gótico sería el arte de los godos o de los bárbaros, en contraposición al arte sabio clásico.
Afortunadamente, desde el romanticismo del siglo XIX, el arte gótico se considera una de las manifestaciones más sublimes de la arquitectura de todos los tiempos.
El gran arte gótico nació en Francia en la segunda mitad del siglo XII. Tradicionalmente se considera su inicio en la reconstrucción del coro de la iglesia abacial de Saint-Denis. Pronto las grandes fábricas góticas prosperan con rapidez en Chartres, Bourges, París, Reims, etc.


La catedral de León es el mejor exponente del Arte Gótico francés en España


CARACTERÍSTICAS PRINCIPALES

Si las características fundamentales del románico son debidas al dominio de la masa sobre el vano, y en los interiores la sombra casi triunfa sobre la luz, el resorte que mueve al arquitecto gótico es su ansiedad de elevación y de luz y el consiguiente horror al macizo. Contribuyen a crear esta nueva sensibilidad, de una parte, ese eterno movimiento pendular del gusto, que llega ahora a una de sus metas más extremas, y de otra, la natural evolución del sistema de presiones y contrarrestos concentrados en determinados puntos, que se inicia en los últimos tiempos del Imperio romano.
El afán de luz hace al arquitecto gótico prescindir del muro en grado no superado en Occidente hasta que se comienza a emplear el hierro y el cemento, los dos nuevos materiales que revolucionan la arquitectura contemporánea. En la arquitectura gótica, el muro llega a perder su función especial de soporte y, como sólo sirve de cerramiento, se remplaza por vidrieras. Los amplísimos ventanales góticos son el extremo opuesto a las ventanas románicas, a veces simples saeteras.


VIDRIERA

ARQUITECTURA

La arquitectura es lo que mejor define al gótico, en rigor de ella es que nace  el  movimiento. La arquitectura gótica nació en Francia y Normandía a mediados del siglo XII y se expandió por  toda   Europa  durante  los  siglos  XIII y XIV en gran parte al movimiento de la reforma cisterciense, llevado a cavo  por  San Bernardo, en 1112, ya  que surgen en toda Europa una serie de  abadías,  que   hacen  eco  en  las  nuevas técnicas  –mezcla entre el romántico y el gótico-, contribuyendo en uno de los principales medios de difusión. Es así, como a principios del  siglo XIII, la  arquitectura  gótica   dejó  de ser patrimonio  exclusivo  de  Francia  para extenderse por toda Europa.
Dos  son  los  elementos   esencialmente  característicos  de la arquitectura  gótica   que determinan   sus  variantes regionales  y que afectan a   la contextura general del edificio: la bóveda  de crucería y el  arco ojival o apuntado;  afectando la  primera a  la estructura, y  el otro, más particularmente, a las formas exteriores.



La bóveda de crucería concentra los esfuerzos en un punto determinado, centralizando los empujes, lo que determina la desaparición de los muros macizos del románico, que son sustituidos por amplios ventanales con vidrieras. Los empujes son trasladados por medio de los arbotantes a los contrafuertes exteriores, que rematan en pináculos. La bóveda descansa sobre altísimos pilares, formados por un macizo central y columnas o baquetones adosados, a tenor de los nervios de la bóveda, verificándose la transición por un capitel, con temas vegetales, que paulatinamente van decreciendo en importancia hasta terminar siendo una simple faja decorativa.



A este concepto dinámico de la construcción, frente a la estática románica, se le añaden las formas agudas de los arcos, en que abren puertas y ventanas; éstas, como los rosetones, con tracería, formada por motivos geométricos, entre las que se colocan las vidrieras. La complicación de estas tracerías, la aparición de nuevos tipos de arcos (conopiales, escarzanos, carpaneles) y la complicación de bóvedas, que aumentan el número de nervios, con sus consiguientes consecuencias en las demás partes del edificio, señalan las características determinantes de las diversas fases en la evolución del estilo gótico.




En líneas generales pueden considerarse en la evolución de la arquitectura gótica en cuatro períodos, que presentan análogas características en los diversos países de Europa. Podemos considerar un primer período de transición, en el que se incluyen templos comenzados en estructura románica y acabados en gótico. Presentan gruesos pilares con columnas semicirculares adosadas en los frentes, y en los diagonales. Contrafuertes como sistema de contrarresto y nunca arbotantes.
Al siglo XIII, pilares de núcleo cilíndrico con columnillas correspondientes una a cada nervio de la bóveda, basas y capiteles individuales con decoración vegetal éstos. Bóveda de crucería de nervios finos y molduras. Ventanas con tracerías basándose en arcos apuntados y rosetones trifoliados y cuatrifoliados. Arbotantes.

En el siglo XIV comienza la subdivisión excesiva de columnillas, las bóvedas multiplican sus
 nervios. El arco apuntado equilátero. Se complican las tracerías de los ventanales.




La escultura gótica se inicia a mediados del siglo XII en la Isla de Francia, alcanzando su
 apogeo en el siglo XIII y llegando a sus últimas manifestaciones en el primer tercio del siglo
 XVI. El escultor gótico abandona los convencionalismos que habían informado las
 manifestaciones escultóricas en el románico. El naturalismo, la humanización de la divinidad,
 la exposición clara y ordenada son los caracteres esenciales de la escultura gótica.
Al carácter rudo, con cierto convencionalismo, de la escultura gótica de la segunda mitad 
del siglo XII, sucede en el XIII la época de mayor esplendor de esta escultura en Francia,
 que se difunde por toda Europa occidental. Es la época de la construcción de las grandes 
catedrales. Es una escultura de belleza serena y majestuosa, de cierto sabor clásico, 
con vestidos sencillos, en los que los pliegues caen con gran simplicidad.
 A fines de este siglo se buscan los efectos pintorescos, se hace anecdótica y narrativa.
 Al tipo de belleza ideal, platónica, perseguida por los escultores del siglo XIII, se opone
 una corriente que sustituye la belleza abstracta por la real: es el arte del retrato.
 Al mismo tiempo los plegados se multiplican en numerosos y pequeños pliegues sinuosos,
 a los que contribuyen las siluetas de las figuras, que sé incurvan en un movimiento gracioso.
 Las Vírgenes, como el Crucificado en la Cruz, se incurvan apoyándose sobre una pierna,
 mientras el Niño juega con un pájaro, un fruto o una flor, bajo la complaciente
 mirada de su Madre.
A fines del siglo XIV se impone un estilo originario de Borgoña, en el que el arte del retrato
 se perfecciona y los vestidos pierden sus múltiples curvas caligráficas, que se transforman
 en pliegues angulosos y quebrados, como en la pintura. Sé copian escenas de la vida
 real para las representaciones, y la tendencia sentimental iniciada en el siglo XIV conduce
 al más hondo patetismo. Los temas patéticos se prodigan, la representación de martirios,
 la Piedad, los Cristos sangrantes, los esqueletos roídos por gusanos, . son habituales.
La escultura gótica se halla subordinada a la arquitectura. Desaparecen las representaciones
 iconográficas en los capiteles, que son reemplazados por temas vegetales, directamente
 inspirados en la naturaleza, en los que, no obstante, se mezclan a veces temas animados.
Son las portadas de las catedrales, fundamentalmente las de los pies del templo y brazos
 del crucero, los conjuntos más acabados de la escultura gótica.
 En ellas se desarrollan los temas iconográficos con la máxima claridad compositiva.
 Estatuas de bulto redondo, apóstoles o profetas, adosadas a jambas y mainel: tímpano, 
dividido en fajas, con relieves: Juicio Final, Vida de la Virgen o de Jesús, o vida de, Santos;
 y en las arquivoltas, bajo doseletes, ángeles, ancianos del Apocalipsis, u otras figuras,
 siguiendo la dirección, de la curva del arco.
Completan la decoración escultórica de la fachada otras esculturas, repartidas en torres
 y ángulos, o, como en Francia, galería de arcos que cobijan estatuas.
 Después de las portadas son los relieves del trascoro, y, sobre todo, las estatuas
 en las capillas funerarias, los que siguen en importancia

.

La peculiar estructura del templo gótico, que presenta escasos espacios aptos para ser
 decorados con pinturas murales, imposibilita el desarrollo de la pintura monumental"
 que presenta escasos ejemplares. Es en las vidrieras de los ventanales y en los códices
 miniados donde se desarrolla la pintura gótica, de la primera época; pero bien pronto,
 con la pintura en tabla, son los retablos los que alcanzan un principal interés y en los que
 se conservan las principales muestras de la pintura gótica.
En la evolución de la pintura gótica pueden distinguirse varias fases. Hacia 11250,
 la pintura gótica en Francia se halla plenamente formada, extendiéndose su influencia
 hasta mediados del siglo XIV. Alcanza esta pintura franco-gótica su momento culminante
 en la primera mitad del siglo XIV, coexistiendo luego con el estilo sienés hasta 1400.
 Esta pintura francogótica se halla inspirada en la técnica de los iluminadores, que siguen el
 estilo de las vidrieras y esculturas. Como en éstas, se renuncia a la estilización románica,
 tanto en las actitudes como en el estudio de las formas y paños, observadas en la realidad;
 aparecen con más frecuencia trozos de paisajes y construcciones en el fondo, con somero,
 estudio de perspectiva lineal, a la vez que en las figuras piérdese la majestad románica,
 sustituida por la tendencia hacia lo naturalista y anecdótico. Pero, no obstante, presenta 
ciertos convencionalismos que la caracterizan como a la escultura, es decir, el tipo oval de
 cabeza de trazos finos y boca menuda, y hacia finos del siglo XIII la característica
 incurvación del cuerpo, al que acompaña un adecuado tratamiento de los paños,
 con esa típica afición del gótico a la línea curva. Al mismo tiempo, el brillante colorido 
coadyuva a los efectos de belleza, recibido por influencia de vidrieras y miniaturas. 
     
A mediados del siglo XIV, y durante la segunda mitad del siglo, la influencia italiana,
 en especial de Siena, se difunde por Europa. Es la escuela sienesa la que ha roto en Italia con
 los lazos de la estilización románica y bizantina y ha llegado, dentro de la línea del espíritu gótico,
 a los más profundos resultados en cuanto a las formas, junto a un rico y luminoso colorido,
 con lo que muestran las altas cualidades de la pintura para el adorno monumental de paredes
 y retablos. El estilo de Duccio, fijado por Simone Martini, cuyos trabajos en Avignon contribuyen
 a la difusión del estilo, se propaga por el occidente europeo. La escuela sienesa, 
más en armonía que la florentina con el estilo gótico del resto de Europa, renuncia con Duccio
 al formalismo de los prototipos de Bizancio, invistiéndole con naturalismo gótico,
 que triunfa con Simone Martini, más influido por el gótico francés.
Hacia fines del siglo XIV la manera sienesa, probablemente por una creciente influencia de lo
 flamenco y francés, comenzó a asumir algunas características que dieron por resultado la
 creación del llamado «estilo internacional», que prevalece en Europa hasta que es sustituido en,
 la segunda mitad del siglo XV por la influencia flamenca, última etapa del arte gótico.
 El estilo internacional presenta muchas características típicamente sienesas,
 tales como la afición a las figuras alargadas y líneas caligráficas, especialmente en los 
espléndidos ropajes, rico colorido y otras características que contribuyen a los efectos de
 riqueza y bajo los cuales los estudios de forma y espacio quedan reducidos al mínimo.
 Junto a estas características presenta un naturalismo no sienés y otras características,
 que es normalmente adscrito a artistas flamencos y franceses, tales como la introducción de
 temas secundarios, anecdóticos, con una cierta tendencia a la caricatura, incluso a la
 extravagancia: cuidados retratos, como en las pequeñas figuras de los donadores y, por último,
 la persistencia de la indumentaria francesa, entonces en boga, y que muestra, por otra parte,
 el indudable origen francés del movimiento.

Un último periodo lo representa, en la segunda mitad del siglo XV y primer decenio
 de la siguiente centuria, la difusión de la escuela flamenca, que propaga la técnica al óleo,
 las composiciones patéticas, el brillante colorido y la técnica minuciosa y en fin, 
todas las características de esta escuela, que constituye una de las bases esenciales en la
 formación de la pintura de la Edad Moderna.